Ayer empecé un curso sobre gestión del tiempo.
En principio, uno piensa que usando un poco el sentido común debería ser capaz de aprovechar el tiempo, y de hecho seguramente sea así. Pero lo cierto es que por un motivo u otro al final siempre aparecen los "ladrones de tiempo", y hacen lo que su nombre indica.
El puente lo he pasado primero en Cádiz, donde por fin pude ver la ciudad romana de Baelo Claudia (las ruinas de Bolonia), que se estaba convirtiendo en una asignatura pendiente, y de paso aprovechamos para comer algo de pescaíto en Tarifa. En Granada bien, aunque el hotel estaba un poco lejos del centro... de hecho, estaba en la montaña. El paisaje precioso, pero el camino era un enredo de curvas, que a la vuelta de la marcha nocturna (en autobús) resultó fatal para algún que otro estómago alcoholizado (y no hablo del mío).
Al final la lluvia nos fastidió la mañana del miércoles, y adelantamos el regreso a Madrid, tratando de evitar por lo menos el atasco. Así que a las cinco y media de la tarde ya estábamos en casa.
Y ayer, leyendo el blog de Pepón Fuentes, volvió a salir el tema del plagio entre cómicos, lo que empieza a hacerme dudar sobre cómo debería hacer las cosas, al menos al principio (suponiendo que hubiera una continuidad posterior). Que plagien a un cómico consagrado es una putada, pero si por casualidad alguien copiara un primer intento de asomar la cabeza detrás de un micro ¿Quién iba a tener credibilidad? ¿El novato? Seguro que no...
Esto es un poco desmoralizante, pero lo tomaré como uno de los muchos obstáculos que tiene esta historia. Hoy pensaba escribir un poco más, y esta noche quería ir a ver a los Críticos Cítricos actuar en Madrid, pero no sé cómo me viene la cosa, porque un buen amigo mío ha tenido un golpe ayer con el coche, y voy a ir a su casa para estar un rato con él y con su mujer, que están los dos con collarín. No gana uno para sustos, aunque confío en que pronto se recuperen. La jodienda es que es el segundo ya, porque hace un año tuvieron otro bastante parecido: ellos tuvieron que frenar para no comerse al de delante, y de hecho no se lo comieron, pero el que venía detrás sí que les dió un buen golpe a ellos. Así ha sido las dos veces. Uno puede esforzarse para mantener las distancias con el de delante, pero si el que viene detrás no hace lo propio, estás jodido igualmente. Me fastidia particularmente, porque precísamente este amigo es el paradigma de la prudencia, y siempre bromeamos con que tiene un pié automático, capaz de mantener la velocidad del coche constante, como estos que te dejan fijar la velocidad, solo que su coche no trae esa función. En fin, voy a ver si como algo y luego me piro.
Encima resulta que hoy es su cumpleaños... 33 tacos. La edad de Cristo. Me parece realmente apropiado para comenzar este pequeño calvario de collarines, revisiones médicas, partes al seguro y a los talleres... ¡Felicidades, Maromo!
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