domingo, 14 de agosto de 2011

Calor, calor y calor

¡Y de todo tipo, oigan!

Porque no es solo que las temperaturas hayan alcanzado niveles sofocantes, que lo han hecho, sino que además he podido disfrutar del calor del público, mucho más agradable y satisfactorio.

Estos días, por fin, hemos estrenado el espectáculo "Los Prescindibles del Humor", en el que comparto cartel con grandes amigos, como son Xavier Deltell, Luis Larrodera y Diego Arjona. Ha sido increíble ver a tanta gente aplaudiendo sin parar durante dos horas, en algunas ocasiones incluso bajo la lluvia.

Hemos estado en El Real Sitio de San Ildefonso, en la Fábrica de Cristales, y en Cuéllar, en el patio de armas del castillo. Teníamos la esperanza de que el espectáculo gustara, pero no esperábamos que la acogida fuera tan brutal. En Cuéllar incluso volvieron a arrancar aplausos cuando estábamos en la puerta despidiéndonos de la gente, que iba con chubasqueros y paráguas durante la segunda mitad del espectáculo, cuando empezó a llover. Y de allí no se movió nadie, por lo que quiero dar desde aquí las gracias al público.

En total han sido casi 1400 personas en dos funciones, cuatro horas de risas, de buen rollo y de mucha alegría.



La pena me ha llegado hoy, al ver un reportaje en un periódico por internet, en el que se hacía una crítica al espectáculo. En realidad, estadísticamente hablando, me resbala bastante la opinión de una persona frente a la de 1400, máxime cuando esa persona cuestiona la inteligencia de sus vecinos, al exponer lo aparentemente incomprensible de sus risas, pero aun así me gustaría decir algo, aunque ya sobrepasa lo repetitivo en este blog.

Intentar enmarcar el humor en "inteligente", "chabacano", "burdo", "soez", "blanco", "negro", etc., no deja de ser un ejercicio subjetivo. Lo que para unos es algo brillante, para otros queda completamente fuera de lugar, y en la mayoría de los casos, esto suele depender de un factor: la capacidad de abstracción.

Hay gente que prefiere el humor observacional, otros el humor de opinión, y muchos nos reímos de casi todo, desde los chistes de Arévalo, las muecas de Chiquito y el ingenio de Eugenio, hasta la adorable brutalidad de Ignatius Farray, y sus brillantísimas opiniones. Pero de algún modo, todos tenemos nuestras preferencias.

Me hace gracia la gente que cree que el humor que habla de sexo, de lo escatológico, o incluso del eterno tema de las diferencias entre hombres y mujeres, no puede ser inteligente. ¿Qué es la inteligencia? ¿Qué es el humor inteligente? ¡El humor no es inteligente! Es el público el que tiene que ser inteligente, primero para entender qué es lo que tiene delante, y no me refiero a entender lo que dice el cómico, sino a entender si lo que tiene delante es bueno, o es una basura. Y luego para decidir si quiere quedarse a verlo, o prefiere dejar de perder el tiempo y hacer otra cosa, llegado el caso.

Si hay una cosa sincera en la vida, es la risa. Puedes hacer risas falsas, pero cuando mil personas estallan en una carcajada, eso no está planificado por el público. No es una coreografía ensayada. Es auténtico, es sincero y es real, le pese a quien le pese. Y si el motivo de esa risa es una reflexión sobre la muerte, un análisis sobre la crisis, o la naturaleza de un pedo, es irrelevante. Ha conseguido su objetivo, que es la risa. Además, el público, en su mayoría, no es gilipollas. Mil personas no se pegan dos horas riéndose solo por hablar de pedos y follar, salvo que se haga de una forma adecuada. Os dejo un enlace a la crítica del periódico.

Querer definir qué es el humor, de qué tienen que hablar los humoristas, y de qué debería reírse la gente, me parece un ejercicio de prepotencia importante. Insultar a la inteligencia de los vecinos que han reído sinceramente durante dos horas, me parece arrogante, y cuestionar la capacidad de Xavier Deltell para hacer humor a partir de "Mediterráneo" de Serrat, me parece arriesgado. Deltell es un loco adorable con cara de buenazo, pero es muy grande, y yo apostaría a que es capaz de sacar una carcajada reflexionando sobre "Mediterráneo", y hasta de canciones de Nana Mouskouri.