martes, 31 de marzo de 2009

¿Justicia?

El 18 de enero de 2009, un radar captó mi coche a 82km/h por la A-5, un poco después de salida del túnel de la M-30, en dirección a Alcorcón.

En el túnel se puede circular como máximo a 70 por hora, velocidad que respeté. Y aunque no pretendo justificar mi velocidad, que no considero elevada, diré que en el resto de la M-30 se puede circular a 90. Tal vez por eso, justo al salir del túnel aceleré un poco (un poco, 82km/h no es que sea la ostia en velocidad). Máxime si tenemos en cuenta que antes la velocidad que había en esa zona era de 80, pero a raiz de las quejas vecinales respecto al ruido del tráfico, se decidió bajar la velocidad (no por seguridad vial, sino por ruidos).

El caso es que mantienen la velocidad a 70 durante un buen tramo, y han puesto un radar estratégicamente colocado, en el que cientos y cientos de pardillos caemos. Sin ir más lejos, un compañero de trabajo ha recibido la misma multa que yo, pero él iba a 79km/h. Hasta aquí perfecto: me he saltado una norma, y la ley me castiga. En concreto con 92 euros, con una sanción que está estipulada como GRAVE, aunque no implica pérdida de puntos. Y si pago antes de cierta fecha, me lo dejan en 64, como las rebajitas de El Corte Inglés.

Todo esto no me cabrearía tanto, si no fuera porque creo entender que la justicia española no está correctamente ponderada, y me explico:

El 30 de Julio de 2006, un becerro (y digo becerro porque hay que serlo para meterte en tu coche borracho como una cuba y ponerte a conducir), estampó su coche contra el coche de un chaval de 24 años que se dirigía a su trabajo como camarero en un hotel. Murió en el acto, pero el becerro no. El becerro se salvó, y fue ingresado grave en la UCI. Tenía una cantidad de alcohol en sangre muy por encima de los niveles permitidos, y esto tres horas después del golpe. No quiero ni pensar cómo iba en el momento del impacto.

El caso es que por lo visto, hace falta una orden judicial para poder hacer este análisis, y se conoce que el policía que pidió el análisis debía ignorar esto, dado que no solicitó dicha órden. Este "error", ha servido de atenuante.

Pero hay más, porque el peritaje de la policía demuestra que el coche del becerro invadió el carril contrario, cosa que el imputado niega, luego comete perjurio. Por supuesto, dice que él no había bebido (esto también es perjurio, pero claro, no importa que esté claro que iba beodo perdido, puesto que al ser anulada la prueba por error policial, no se tiene en cuenta). Esto es genial, es como decir "Sé que fuiste tú, pero voy a hacer como que no me doy cuenta".

No continúo con detalles, porque me cabreo, pero el resúmen final es que se establece una multa de 590€, y dos años de retirada del carnet. Este es el precio de matar a un chaval con toda la vida por delante. Dos años de carnet, y 500 eurillos más de los que me piden a mí.

Dentro de un par de años, el becerro podrá circular de nuevo. Imagino la alegría que le dará cuando tenga en sus manos su carnet. De los 590 euros ni se acordará, por supuesto. Mientras, Julio será siempre Julito. Nunca será papá, ni abuelo Julio. Siempre Julito.

Yo voy a pagar mi multa. El dinero espero que lo inviertan en cosas útiles, y no en radares absurdos en zonas concretas para sacar pasta. Mejores carreteras, mejores señales, más seguridad en puntos negros. Pero que por favor no me pidan que crea en la justicia, ni en su forma de ponderar las faltas.

Y desde aquí te digo, becerro, que la vida da muchas vueltas. Ojalá nunca tengas que maldecir a nadie como yo te maldigo ahora a tí.

lunes, 30 de marzo de 2009

Reencuentros

No es la primera vez que me ocurre, pero este fin de semana he vuelto a vivir una sensación que está a medio camino entre la emoción y la decepción.

Tenía que actuar en Santiago de la Ribera, y hasta allí me fui. El sitio guay, y la gente también. La verdad es que lo disfruté, y aproveché el fin de semana y el viaje para hacer algo de turismo.

Una de las cosas que tenía ganas de hacer (y estuve tentado de hacerlo la semana pasada, pero sabía que tenía que volver y preferí dejarlo para este finde), era volver a lugares en los que pasé parte de mi infancia, y que hacía veinticinco años que no pisaba: Cartagena.

Al llegar a Cartagena, todo me parecía nuevo, pero siempre había algo que me daba algún flash a la memoria, y cuando llegué al muelle, fue como una avalancha.

Pero lo más curioso fue cuando decidí buscar mi casa. Recordaba el nombre de la calle, pero no el número, así que puse la calle en el GPS y aleatoriamente marqué el número 90. A partir de ahí, fui tanteando. Y casi no lo reconocí, pero cuando pasé junto al portal en el que vivía, algo me hizo girar la mirada, torcer la esquina, y allí estaba mi colegio. Casi no se distingue el nombre en la foto, porque entre que la saqué con el móvil, y coincidió justo en la valla, pues no se puede leer. Pero es el colegio Antonio Ulloa. Allí hice solo tercero de EGB, pero conservo muchos recuerdos de aquel sitio.



La calle la recordaba mucho más grande, ahora está repleta de edificios nuevos, entre los que sobrevive, viejo y estropeado, aquel bloque de pisos. No muy lejos, el barrio en el que viví otro año, cuando tenía solo dos o tres años de edad. Igual de feo y estropeado, rodeado también de nuevos edificios. Ya no está la refinería, y en su lugar hay un parque. Tampoco el descampado que había tras el colegio, ahora hay unas pistas deportivas. Eran como jirones de recuerdos, esparcidos por una ciudad diferente.

Por la tarde, salí hacia Albacete, que tampoco lo conocía, y el domingo estuve en Cuenca, por primera vez también (había estado en Helsinki, pero no en Cuenca... cosas de la vida). Luego la Ciudad Encantada, y finalmente regreso a Madrid.

Creo que ya solo me falta buscar mi casa de Alcalá de Henares, de cuando tenía 5 años, y la de Mallorca me da igual verla o no, porque diréctamente ni la recuerdo. Tenía menos de 2 años :o)

A mediados de mayo volveré a Ferrol, pero aquí ya viví la experiencia de dormir en casa de un amigo mío que vivía en el mismo portal en el que viví yo 24 años antes. Esta vez buscaré también el colegio, y otros sitios que recuerdo y que no visité las últimas veces que he ido por Coruña. Esta vez procuraré no olvidarme la cámara en casa.

lunes, 23 de marzo de 2009

Soledad

Definitivamente, la soledad es una constante en la vida del cómico.

Este ha sido mi primer viaje "largo" como cómico. En otras ocasiones, he ido lejos para hacer una actuación, pero en esta ocasión actuaba dos días seguidos en la misma zona: Murcia.

En el viaje anterior, pasaba por Valladolid para trabajar en las oficinas de Telefónica en Boecillo, y quieras que no, pues tenías un contacto. Pero esta vez ha sido completamente diferente.

He tenido que trabajar en la habitación del hostal, y cuando a las 12 tuve que dejar la habitación, continué en la cafetería, usando una mesa como puesto de trabajo. En total, desde que salí de casa el jueves después de comer, hasta que volví el sábado por la tarde, sólo estuve acompañado durante las actuaciones. El resto del tiempo lo pasé solo. Desayunando solo, comiendo solo, cenando solo...

Se avecinan más viajes, y en algunos iré acompañado, en otros no. Pero está claro que me queda mucha soledad por delante. Será mejor ir acostumbrándose.

En realidad no me importa, es decir, tolero la soledad. Lo que pasa es que es una soledad de contrastes. Porque de repente, hay decenas de personas pendientes de tí, y durante un par de horas eres el centro de atención, como si toda la compañía que fueras a tener en el día, se concentrara justo en ese momento, como una avalancha. Pero es gente que no conoces, que no te conoce, y que probablemente no volverás a ver nunca. Al menos a la mayoría no.

Tengo que aprender a aprovechar esas horas de soledad, por la cuenta que me trae.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Ya van llegándome las olas

De nuevo recurro a una canción de La Fuga para describir mi vida.

Recuerdo cuando era patrón de embarcaciones de rescate en las playas de Cádiz. Sobretodo estos últimos días, en los que he tenido contacto de nuevo con muchos de mis antiguos compañeros de Protección Civil de San Fernando (Cádiz). Es lo que tienen las redes sociales, que encuentras a uno, tiras del hilo, y te encuentras un puñado de gente a la que hacía años que no veías. Y sigues sin verlos, pero puedes hacer comentarios en sus fotos.

En aquella época, no eran pocas las ocasiones en las que tenía que vérmelas con alguna ola puñetera, de estas que aparecen como de la nada, y que según la ves venir piensas ¿Qué hago? ¿Acelero hacia ella para cogerla antes de que rompa? ¿Me espero a que rompa y salto por encima de la espuma? Pero la pregunta que más me hacía en ese preciso instante era ¿Qué narices hago yo aquí?

Han pasado muchos años. Ahora no sería capaz de nadar ni la décima parte de la distancia que nadaba entonces, o bucear la mitad de tiempo. Estoy hecho un potala.

Hoy he estado rellenando huecos en mi agenda, y antes de que acabe mayo habré ido dos veces a Murcia, otras dos a Euskadi, otras dos a Galicia, unas cuantas a Valladolid, a León, a Guadalajara, a los pueblos de alrededor de Madrid... Y todo esto mientras continúo peleando con mis movidas informáticas. Un aluvión de trabajo que me va a embestir. Lo veo venir, como aquellas olas de antes. Sabes que te vas a mojar, es inevitable. Solo intentas minimizar el impacto, pero es imposible salir seco de este encuentro.

Toca agarrarse, creo que esta vez daré puño y enfilaré la proa a la mar.


Este día en concreto, nos comimos olas del tamaño de Cuenca.

jueves, 12 de marzo de 2009

Song to say goodbye

Esta canción es sin duda mi favorita de "Placebo".

Es, además, una de las que más me gustan en general. Para mí lo tiene todo: la música toca la fibra, la letra tiene contenido, con frases geniales como "Eres un error de Dios". La intensidad, el piano... total, que es una de esas canciones que de un modo u otro pasan a formar parte de la banda sonora de tu vida. Al menos lo es de la mía.



Espero que os haya gustado

martes, 10 de marzo de 2009

P´aqui p´allá

Estos últimos días han sido una paliza en toda regla.

El miércoles estuve en Alcobendas probando texto, y a la mañana siguiente salí para Valladolid, al parque tecnológico de Boecillo. Al terminar la jornada, carretera y manta hasta Guardo, en Palencia. Cuando estoy a 30 kilómetros, empieza a nevar. Venga a nevar, y venga a nevar. Cuando llego a Guardo, hay medio metro de nieve encima de los coches, y pienso en las cadenas que llevo en el maletero, suspiro hondo, y busco aparcamiento.

En el Camelot ya ni me esperaban, pensaban que iba a cancelar. Por suerte, el boca a boca hizo que, aunque no estuviera a reventar, el local estuviera lo suficientemente lleno como para que la actuación no desluciera. Me quedé a dormir en un piso que me dejaron, y cosas de la vida, yo había aparcado justo en el portal...

A la mañana siguiente, y tras casi cuarenta minutos quitando nieve de mi coche y los alrededores, pude salir de nuevo para Valladolid. Otra jornada más en Boecillo, y vuelta a Madrid. Por suerte, el viernes lo tenía libre.

Pero el sábado no. Estuve en Alcorcón con las sobrinas, y después de comer, maletas y para Salamanca. En concreto para Carbajosa de la Sagrada, muy cerquita de Salamanca, cuatro kilómetros.

Aquí la actuación fue una mijita más complicada, porque el público era un poco heterogéneo en términos generacionales, y a esto había que sumar que hablaban ellos mas que yo, a pesar de los esfuerzos del dueño para que se callaran. Afortunadamente, en la segunda parte anduvieron un poco más controlados, pero tela marinera.

Luego estuve dando un micro-paseo por Salamanca, relajando un poco mis neuronas tras la actuación (hubo un momento en que visualicé cómo le daba con el micro a alguno en la boca, pero solo lo visualicé). Y en estas estaba cuando unos chavales me llamaron: ¡Salomón! Resultó que no les conocía, pero que eran unos chicos que viven en Madrid, y que me habían visto en La Chocita una vez, casualidades de la vida.

Y me piré al piso que me habían dejado (porque este viaje no ha sido de hoteles, ha sido de pisos... esta profesión es curiosa).

A la mañana siguiente, caminito pa Madrid, y por la noche, actuación en La Chocita de Hermosilla, y con poquito público. Menos de 20, pero muy majetes, así que aunque tranquila, fue una noche agradable, y con la tranquilidad que da jugar en casa (que es como me siento allí).

Al final, termina uno deseando que empiece el lunes, aunque con una sensación extraña, de mezclas raras, entre correos por trabajo, carreteras, bares, fotos con gente que acabas de conocer, camas extrañas, gasolineras y muchas horas de soledad. Mucha soledad. A ratos casi demasiada, con la única compañía de un CD recopilatorio que ya me sé casi de memoria, a pesar de tener casi doscientas canciones.

Os dejo esta canción. Me ha acompañado en algunos momentos, en el coche, en los bares, y en cierto modo me hace sentir identificado (aunque yo voy de tónica).


Yo no sé si cambiaré de vida, y de momento no me hago promesas. Pero a ratos pienso que no aguantaré así mucho tiempo, porque terminé agotado física y mentalmente.

lunes, 2 de marzo de 2009

Popurrit

Os dejo uno de los mejores popurrit del carnaval gaditano.

La gente que sabe de qué va el tema, comprende la grandeza de esta comparsa. Martínez Ares tuvo que crear un nuevo grupo prácticamente desde cero, después de pasar muchos años con el mismo grupo. Esto era una dificultad añadida, pero a pesar de todo, consiguieron llevarse el primer premio. Y no por nada... sólo hay que escuchar el juego de voces, las letras y la música para comprender que esta comparsa escribió su nombre en la historia del carnaval con mayúsculas.



El final me pone los pelos de punta... ¡Levante! ¡Poniente!

¡Dios!