martes, 29 de mayo de 2012

De cristos, y otras recetas

No me apetece entrar en la demagogia de que si eres cristiano tienes que aguantar cualquier cosa, como lo habría hecho Cristo, porque al fin y al cabo Cristo solo hay uno. El resto son seguidores, admiradores, fans, discípulos o lo que quieran considerarse. Que yo admire a Montserrat Caballé no me convierte en soprano. Hasta aquí, creo que está claro. Aunque sí creo que debería existir un poco de coherencia entre lo que admiran y lo que promueven.

Lo que me sorprende es que a día de hoy, con la que está cayendo en España, se dé bola a un juicio por cocinar un trozo de madera en forma de Cristo en un cortometraje rodado en 1978. Y todo esto porque, en una absoluta exaltación iconoclasta de la realidad, el Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro interpone una denuncia porque se sienten ofendidos.

A mí, personalmente, este juicio me parece una soberana gilipollez. Casi apostaría que hay más intención de joder a Krahe (y puedo imaginar por qué), que de resarcir los supuestos sentimientos ofendidos. Creo que hay más gente que ha ofendido a la Iglesia Católica en los últimos años y que no ha sido denunciada por este centro de estudios (empezando por los cientos de curas pederastas encubiertos por la propia Iglesia Católica). Pero claro, eso no interesa. Y es que hay muchas formas de ofender, aunque algunos, cuando parece que están ofreciendo la otra mejilla, en realidad lo que están haciendo es mirar para otro lado.

A menudo, cuando veo las cosas que hacen y dicen muchos de los que se autodenominan cristianos, me pregunto qué pensaría Cristo de ellos. Y tengo la sensación de que si existiera (lamentablemente para mí, carezco de la candidez necesaria para creerlo), sentiría vergüenza ajena de bastantes de ellos. Por supuesto, no pretendo generalizar. Me consta que hay miles y miles de personas que dedican en cuerpo y alma sus vidas a hacer un poco mejor las vidas de los demás. Esos tienen mi admiración y mi respeto, y quiero pensar que el de cualquiera con un mínimo de sentido común.

Puede que haya toda una serie de valores predicados por el cristianismo que son maravillosos. Y que ojalá muchas de esas cosas fueran inherentes al ser humano, y no hiciera falta inculcarlas. Otros no dejan de ser rasgos dogmáticos, y rituales que considero realmente absurdos. Por no olvidar aquellos que son meras interpretaciones humanas (por lo tanto, imperfectas), y que están más orientados en hacer que las cosas encajen de la mejor manera posible a los intereses de una Iglesia que cada vez cuenta con menos credibilidad. Y no es de extrañar, puesto que estamos hablando de los responsables de que sociedades carentes de la educación necesaria mueran de SIDA gracias a los "consejos" de mentes retrógradas, que anteponen dogmas a vidas humanas. Esto a mí me ofende. Me pregunto si es denunciable. Al fin y al cabo, un trozo de madera es menos importante que una persona. O así debería ser, aunque estoy convencido de que hay gente (algunos de ellos con estudios jurídicos) que discrepan.

La raza humana es como es, y si los valores mencionados no son inherentes a ella, la estupidez sí que lo es. Este juicio me parece una muestra de ello. Y más nos valdría como sociedad centrarnos en problemas reales, y poner manos a la obra, en vez de señalar con el dedo a un señor que hace 34 años metió un trozo de madera en una fuente de cristal, simulando que lo cocinaba. Y si tan cristianos se consideran los del Centro de Estudios Tomás Moro, que practiquen lo que predican, o al menos que sean un poco coherentes. Que ataquen a los verdaderos enemigos de la Iglesia, empezando desde dentro. Y que ofrezcan el mismo respeto que piden. Pero comprendo que esto es pedir peras al olmo.

Una institución basada en la interpretación de textos arcaicos, con la Santa Inquisición a sus espaldas, podrida desde sus entrañas, interesada y encubridora, y más hábil en política y en finanzas que en humanidad (aunque la tenga), lo que tendría que hacer es un verdadero acto de constricción. Limpiad vuestros pecados, asumid que a la sociedad ya no se le puede amenazar con el infierno eterno para conseguir que baile vuestra música, y sobretodo dejad que cada uno piense lo que quiera, y que viva como quiera. Dejad de llamar enfermos a los que viven su vida de un modo que no encaja con vuestras ideologías. Y rezad. Sobretodo rezad. Porque como Dios exista, os va a hacer muchísima falta, os lo aseguro.

Seguramente, vuestro Dios ya habría perdonado a Krahe. Pero como dije al principio, no pretendo que seáis como él. Al fin y al cabo, muchos de vosotros no sois muy distintos de los fans, las believers y gente así. Pero que no me trago una mierda de vuestras verdaderas intenciones, también lo digo. Y ojo, que mentir también es pecado.