martes, 26 de febrero de 2008

Tecnología

Llevo un par de semanas sin escribir nada nuevo, y eso que es probablemente la época que más tiempo he estado delante de mi PC de los últimos meses...

Para empezar, ando liado con unas "sutiles" diferencias entre los sockets de Solaris y los de Linux, que me estan dando algún que otro dolor de cabeza. Encima, cada vez me queda menos tiempo para resolverlo, así que cada vez tardo más en terminar la jornada, lo que empieza a ser agotador, y cada vez estoy más cansado, más tenso y con más malas pulgas.

En esas estaba, cuando ayer me surge la necesidad de instalar un certificado digital para acceder a los servicios de la Seguridad Social desde el PC de casa. El portátil nuevo viene con Windog Vista, y a cada minuto que pasa más me convenzo que es una broma que Bill Gates nos ha gastado, y que un día de estos nos dirá a todos "¡Que no! ¡Que es coña! ¡Ahora os paso el SO de verdad!".

Es muy bonito, con ventanas semitransparentes y todas esas mierdas que no sirven para nada útil. Pero a la hora de la verdad lo que hace es tocar las narices a base de bien. Ayer, como digo, estuve un buen rato intentando descargar el bendito certificado, pero resulta que en el Vista no se descarga bien, y eso después de configurar un millón de parámetros del navegador, para rebajar tanto el nivel de seguridad que casi me deja en pelotas, digitalmente hablando.

Al final, he tenido que hacer la petición de un nuevo código desde un XP, y luego exportar el certificado al Vista. Todo muy sencillito, intuitivo y orientado a la población neófita en esto del cybermundo. ¿Será así como quieren que la gente se vaya pasando al uso de los servicios on-line? Porque yo casi prefiero las colas de antaño en las ventanillas del funcionario de turno. O no.. tal vez no.

De hecho, esta mañana al ir a recoger mi certificado, he sido testigo de cómo un inmigrante sirio se las ha visto y se las ha deseado para solicitar una historia de vida laboral, tras modificar un dato erróneo de su dirección postal. Resulta que la solicitud telefónica es mediante una grabación y por reconocimiento de voz... genial para un tipo que casi no habla español. No digo yo que las grabaciones tengan que estar en todos los idiomas conocidos, pero... ¿Nadie de la oficina podía hacerle el favor a ese hombre de tramitar la solicitud? Fueron 3 minutos de reloj. Lo sé porque tuve que hacer yo la llamada y decir los datos del tipo en cuestión, que estaba en la puerta de la sucursal pidiendo ayuda, y más perdido que una cabra en un garaje.

Comprendo que más de un funcionario está un poco aburrido de repetir siempre lo mismo, y que igual no le apetece molestarse en intentar entender qué narices quiere ese hombre, que repite palabras inconexas. Pero ya me gustaría a mí ver a más de uno a miles de kilómetros de casa, donde nadie hable en cristiano, que nadie le hiciera ni puto caso... a ver si le parece divertido. Que no cuesta tanto dedicar cinco minutos de mierda a una persona. Que si vérselas con la administración pública puede ser un coñazo para un nativo, no imagino lo que debe ser para esta gente.

Voy a ver si sigo con mi lucha entre Linux y Solaris, pero ya no me cabe ninguna duda: Los ordenadores los inventó el demonio. ¡Tenía que haber estudiado medicina, me cago en tó!

martes, 12 de febrero de 2008

Todo va bien

Por decir algo...

En estos días, ando padeciendo unas cuantas contrariedades que me están resultando un pelín incómodas.

Lo más fastidioso es que, en un alarde de torpeza, he resbalado y me he golpeado las costillas contra el capó de mi propio coche. No me he roto ninguna, según muestra la radiografía, pero el dolor está ahí, y suena a contractura muscular. No es grave, pero sí realmente molesto.

Por otra parte, después de esperar dos semanas para que me hicieran las pruebas para saber si soy alérgico, resulta que la doctora me receta antihistamínicos, pero no me dice que debo dejar de tomarlos una semana antes de las pruebas. Así que no pudieron hacérmelas. Es genial, tendré que volver a perder media mañana en una sala de espera con rotulador en el brazo.

Así que aqui estoy, medio doblado como una horquilla, tosiendo con miedo, bebiendo mucha agua para disminuir la necesidad de toser, y peleándome con un programilla con el que ando liado últimamente. A ratos me da por retocar alguna frase en las cosas que ando escribiendo, y con la sensación de que es fin de semana porque no voy a la oficina. Currar en casa está resultando una ventaja, después de todo.

De todas formas, ahora me voy para la oficina, porque tengo que finiquitar un par de asuntos que tengo pendientes.

Hay momentos en los que parece que todo se confabula en una trama misteriosa, con el único fin de joder la armonía y el buen rollo. Menos mal que esta vez no lo voy a consentir.


Todo va a ir bien... todo va a ir bien...

lunes, 11 de febrero de 2008

Gran Hermano y esas cosas

Hoy he estado unos minutos leyendo algunos blogs bastante interesantes, y en un comentario alguien dejó una referencia a este vídeo:



Personalmente, siempre he creído que esta "filosofía" televisiva era una mierda. Respeto a la gente que trabaja (y mucho) para sacar todos estos programas adelante, no debe ser sencillo a nivel técnico, debe requerir mucho esfuerzo a sus creadores y desarrolladores. Pero que sea complejo, no significa que sea bueno. Y en última instancia, no deja de ser mi opinión personal, y por lo tanto subjetiva.

Pero es que estoy un poco hasta los cojones de todas estas cosas. Y algún avispado pensará:

- ¡Eh! ¡Tío! ¡Cambia de canal si no te gusta lo que ves!

Y seguramente tenga razón. El problema es que últimamente resulta complicado sortear tanto casting televisado, tanto reality, tanto concurso de talentos, tanta gente humillándose delante de un jurado que les pone verde tras su actuación. Y esto sí que me alucina, porque viendo algunos jurados, me pregunto qué fuerza de la naturaleza les ha concedido esa virtud de detectar el talento escondido. De hecho, me pregunto qué talento aportan ellos, para sentirse tan capacitados a la hora de juzgar el de los demás.

Se supone que, entre otras funciones, la tele es un entretenimiento. Lo que no termino de ver, es quién se aburre más, si los que la hacen o los que la vemos.