sábado, 5 de enero de 2013

La letra pequeña


Hace un par de días estuve oyendo en el telediario las grabaciones de las llamadas al SAMUR que se realizaron desde el Madrid Arena, la famosa noche de la avalancha humana.

No voy a entrar a calificar el tono empleado por el operador del SAMUR. Él mismo ha dicho claramente que no está capacitado para desempeñar ese puesto. Imagino que el SAMUR habrá tomado las medidas adecuadas al respecto, y ya no ocupa dicho puesto. Ahora cabe preguntarse qué criterios emplean en el SAMUR para asignar puestos a sus empleados, porque está claro que la capacitación no es uno de ellos.

No sé si por la oleada de críticas, o por vergüenza, el caso es que el tipo ha reconocido que no vale para el puesto. Pero lo que ocurrió aquella noche en el Madrid Arena tiene toda una lista de responsables, que no se limita a un operador del SAMUR absolutamente incapaz. Desde los directivos del SAMUR, hasta el empresario organizador, pasando por los políticos que autorizan o deniegan dichos eventos, se podría decir que hubo una oleada de errores que derivó en aquella tragedia. Y hasta es posible que de haberse hecho de forma correcta hubiera podido ocurrir aquello, porque no se puede prever todo, pero el caso es que se hizo casi todo mal.

A mí lo que me llama la atención es que, por lo visto, el único que parece entonar el mea culpa (y a medias) es el susodicho operador. Porque el resto parece adjudicar la culpabilidad a la mala suerte.

Y me llama poderosamente la atención la facilidad con que nuestra ahora alcaldesa Ana Botella esquiva toda responsabilidad. Y pensando en ello, he llegado a la conclusión de que para sentirse responsable, hay que ser una persona responsable. Y a todas luces, nuestra “querida” alcaldesa no lo es.

Creo que en Madrid, hemos aprendido una buena lección. Y es que cuando uno vota a un alcalde, hay que mirar también el resto de la lista del partido, porque somos mucho de votar a personas, más que a partidos, y luego pasa lo que pasa. Y al final no es muy diferente esto de votar a un alcalde de otro tipo de gestiones, como firmar un contrato. Hay que leer bien la letra pequeña, porque si no, luego no valen las reclamaciones.

En Madrid, nos han colado una alcaldesa, en forma de letra pequeña, cuya única capacitación política es la de cohabitar con un señor que llegó a ser presidente del gobierno. Que sí, que es un mundillo que no le resulta ajeno, pero que no es lo mismo estar cerca de algo, que saber de algo.

La diferencia fundamental entre Ana Botella y el operador, es que el operador ha reconocido que está en un puesto para el que no está preparado, y que no le corresponde. Pero claro, pedirle honestidad a un político es algo muy pretencioso, y por lo visto, pedírselo a su señora, también.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente deacuerdo... Eres un crack, ayer estuvimos viendote en la chozita del loroooo... Mira que como monologuista nos gustas pero como persona más... Se te ve una persona muy sencilla... Que te voy a decir... ! Nos esncantas !... Volveremos a verte seguro...
Saludos...