lunes, 8 de noviembre de 2010

La fórmula

Hablaba hace unos días con una buena amiga, sobre las cualidades de las personas, y sobre cómo las utilizamos.

Está claro que cuando una persona tiene un talento, o una capacidad que le hace destacar en algo, tiene una ventaja de base, pero esa ventaja no sirve de mucho si no hay un desarrollo que la acompañe.

A menudo vemos a gente que, a priori, no aparenta ser mucho mejor que otros en una disciplina concreta, pero que sin embargo consigue resultados muy por encima de la media. Y esto se debe a que se complementa con otras cualidades que por sí mismas no suelen ser tan valoradas, porque tampoco aportan mucho, salvo que efectivamente vayan acompañando a esas otras cualidades que sí son valoradas en sí mismas.

Tal y como yo lo veo, es como una partida de cartas, en la que uno debe jugar con las cartas que le ha tocado, pero dependiendo de cómo las utilice, les sacará un mejor o un peor rendimiento.

Así, hay gente que nace con un físico especial, una inteligencia muy elevada o un talento musical, artístico o deportivo. Pero si no se acompaña de otras virtudes, como la dedicación, la capacidad de esfuerzo, la voluntad o la constancia, difícilmente se desarrollará esa cualidad innata.

Es como un puñado de asignaturas, en las que unas se nos dan mejor que otras, y al final nuestra puntuación es una media aritmética entre el total.

El problema viene cuando a la fórmula, hay que añadir agentes externos. Entonces la cosa se complica, porque ya no es cuestión de que te esfuerces, de que hagas las cosas lo mejor que puedas, o de que luches por conseguir tus metas. Tienes que hacerlo, claro, pero además debes superar los obstáculos que no dependen de ti. Y la vida es esto, una carrera de obstáculos.

Hay días en los que siento que puedo saltar sobre todos ellos, incluso con facilidad. Pero otros termino tropezando irremediablemente, y cayendo de bruces. Y es justo en estos momentos, cuando estás tumbado boca abajo sobre la cancha, cuando más hundido te sientes, justo ahí es cuando tienes que levantar la mirada, buscar en el horizonte un objetivo, y arrancar de nuevo hacia él.

Porque los obstáculos puede que no sean los mismos para todos, pero todos tenemos alguno, y hay que aprender a saltarlos. No podemos dejarnos vencer por nuestros miedos. O como decía mi sensei: A los fantasmas hay que ahuyentarlos.

6 comentarios:

Toni dijo...

sacrificio y esfuerzo son dos palabras muy faciles de pronunciar, e incluso de escribir. (mira, hasta yo la he escrito)
pero también es lo que nos hace diferentes, no todos somos capaces de aportarlo a nuestra vida, o por lo menos, no como devieramos.
Supongo que por eso muchos caen donde otros siguen.
no sabes como me alegro de que formen parte de tus virtudes, y que encima las llevas bien acompañadas.

Toni dijo...

tu sigue publicando cosas como ""deviéramos"" maricona, que me pongan verde.
(¿vale decir que estan juntas y que mis dedos estan engordando?).
bueno, realmente me da igual.
;-))

Toni dijo...

saves.

JAJAJAJA.
ya no te escribo mas hasta que no lea lo que pongo. jajajaja

Salomón dijo...

Mamón, si yo los leo...

Pero estás muy lejos para poder darte una leche! xDDD

Toni dijo...

entonces pa que publicas el ultimo??, jajajaja.
a ver si nos vemos antes de fin de año.
respecto a todo lo demas... espero que tu estes bien.
mucho asko, biquiños... (como ya eres mas del norte...)

Salomón dijo...

La semana que viene bajo a Cádiz, el lunes, hasta el miércoles o el jueves por la mañana, ya veré :o)