Hoy he madrugado más que de costumbre. Y no porque tuviera que hacerlo, sino porque un par de parroquianos se han encargado de que tanto yo, como buena parte de mi vecindario, dijéramos adios a las sábanas de un modo prematuro.
Se conoce que los chavales estaban aburridos, o estresados, vete tú a saber. El caso es que decidieron dar rienda suelta a sus sentimientos, y dejaron fluir la energía negativa. A lo mejor, de haberlo pensado con calma, habrían podido darse por el culo mutuamente, y de este modo liberar sus tensiones en petit comité, pero tendrían prisa o algo, porque el caso es que no cayeron en la cuenta de que existía esta opción.
Se decantaron por otra algo menos cívica, que consistía en que, mientras uno de ellos conducía un coche, el otro asomaba medio cuerpo por la ventanilla del copiloto, y con una maza se dedicaba a reventar las lunas traseras de los coches que estaban aparcados en mi calle. Así hasta un total de ocho coches.
Por suerte para mí, mi coche quedaba del lado del conductor (a partir de ahora Subnormal 1), porque de haber quedado del lado del Subnormal 2, ahora estaría acordándome de su puñetera madre cada cinco minutos.
No termino de entender qué diversión pueden encontrar esta suerte de retrasados mentales en joder la vida al resto de la gente. Quiero pensar que un día de estos, Subnormal 1 y Subnormal 2 recibirán un poco de su propia medicina. Tal vez Subnormal 3 (que fijo que existe) se dedique a pincharle las ruedas al coche de Subnormal 1, o algo por el estilo.
Hay días que tiene uno la sensación de que hay una parte de la población que sencillamente sobra.
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1 comentario:
desde luego hay gente que si se queda en casa mirandose el trigemino, ayudaria mucho mas al resto del personal.
Por otra parte, me ha encantado como has relatado la experiencia, muy original y si te soy sincero, me he descojonado de como lo hacias.....
monstruo que eres un monstruo....
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