Al final parece que los astros se han apiadado de mí, y en vez de terminar con mis huesos en un zulo, han decidido dejarme en una pradera (que es como llaman a las salas grandes con muchas mesitas y con ventanas).
No me quejo, porque estoy mejor de lo que esperaba, aunque indudablemente no es como estar en casa. Aun así, estos días parecen tranquilos, y aunque tengo mucho trabajo y el tiempo no sobra, conservo la sensación de que la actividad es de todo menos trepidante. Ya veremos según vayan pasando los días y las fechas clave se aproximen.
Entre tanto, trato de escribir todo lo que puedo en mis huecos libres, que no son muchos. Las neuronas parecen bloqueadas por un muro compuesto entre otras cosas por sockets, threads y mutex, y cuando quiero asomarme por encima para echar un ojo, no me queda más remedio que encaramarme, con el consiguiente esfuerzo. Eso no es bueno. No señor.
Pero hoy es jueves, y mañana es festivo, y eso significa que tengo un paréntesis para intentar dar forma a muchas cosas, que de momento son simples jirones de tinta en pequeños papeles arrugados, hacinados en los bolsillos de mi mochila, esperando la oportunidad de ver la luz. Hoy debería ser un buen día para eso. Puede que mañana también. Ya veremos lo que pasa...
En el peor de los casos, son tres días para mí, y juro que los voy a aprovechar.
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