Cuando uno se plantea ser cómico, sabe que tendrá que enfrentarse a situaciones pintorescas, pero que más o menos se pueden imaginar de antemano: borrachos oportunistas, garitos extraños, artimañas con los precios y cosas así.
Pero la vida siempre te da sorpresas...
El sábado tenía previsto actuar en una fiesta privada. En mi cabeza, rondaba la imagen de un mayordomo con guantes blancos y la bandeja de Ferrero Roché, caminando entre distinguidos invitados, que aplaudirían los chistes bajo la iluminación de una lámpara de ocho brazos... nada más lejos de la realidad.
En primer lugar, el camino para llegar a la casa era tortuoso, de esos en los que Carlos Sainz suele acabar en la cuneta. Cuando tuve que pasar el primer riachuelo con el coche recién lavado, comencé a tener las primeras dudas. Pero cuando llegué a la casa y ví el tema, comprendí lo equivocado que estaba en mis imaginaciones previas.
Llevo un tiempo intentando ser un cómico de Paramount, pero de momento se puede decir que soy un cómico de páramos. Porque aquello es lo que me encontré: un páramo. Arbustos, hierba, perros pululando por allí, y una suerte de tenderete bajo el que se cobijaba una banda de rock, que intentaba sonorizar mientras el humo de la barbacoa terminaba de reventar el efecto de mi colonia "pour homme". Una pila amenazante de troncos, como las que solían emplear para purificar el alma de las brujas, y un perro San Bernardo descomunal mirandome fíjamente. ¿Qué hice entonces? Lo único que podía hacer en ese momento: cogí una croqueta y mastiqué con calma... estaban ricas.
Afortunadamente iba acompañado por dos cómicos más: Dani Rivera y Carlos Pache, lo que nos permitió hacer guasa de la situación, que siempre es un bálsamo eficaz contra la cara de gilipoyas que se te queda. Me descojono recordando a Carlos quitándose la corbata antes de bajarse del coche. Creo que no era el único que esperaba comerse algún Ferrero Roché.
A la hora de actuar, y en contra de lo que esperaba, ninguno de los presentes hizo de borracho pesado. En su lugar, un perro cabrón se pasó los 30 minutos ladrando sin parar ¡Puto perro! ¿Qué podía hacer? ¡No sé cómo dejar cortado a un chucho! Así que me dediqué a ignorarle.
Pero peor suerte tuvo mi compañero Carlos Pache. Según subió al escenario... bueno, perdón... según se colocó entre los matorrales, alguien decidió que era el mejor momento para encender la macro hoguera que, mira tú por donde, estaba frente al "escenario". Evidentemente, la gente se apartó. Ahora me descojono escribiendo esto, pero ver al bueno de Carlos mantener el tipo como un espartano y hablando a un público que estaba a veinte metros de distancia, allí solo frente a la puta hoguera, me pareció absolutamente surrealista.
La gente bien, buen rollo. El San Bernardo un buenazo, y la experiencia inolvidable... irrepetible (o eso espero). Los colegas se montaron una verbena en toda regla ¿El motivo? Celebraban que ya tenían luz en el terreno que habían comprado hace muchos años. La fiesta de la luz... todo un comedy club en medio de la nada. Lo mejor de la experiencia es que dentro de unos años, podré decir a mis compañeros ¿Recuerdas aquella vez que actuamos entre arbustos y humo de fritanga?
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3 comentarios:
Jajajajaja Como testigo presencial he de decir que lejos de resultar exagerado, el escenario descrito por Salomón se queda corto.
Buen artículo. Nuestros nietos jamás se creerán esta historia. Creo que va a ser mejor intentar convencerles de que hicimos la mili y buscar cosas más creíbles.
Un abrazo a todos los que visitais el foro de este gran cómico (e informático a tiempo parcial)!!!
Jajajajaja. Efectivamente, el detalle de quitarme la corbata presagiaba lo que iba a ocurrir. He de decir que Dani me insistía en que me la dejase porque tenía mucha gracia, y si hubiese visto la situación en toda su dimensión... hubiese salido corriendo.
Lo de la hogera no tuvo nombre, pero me sentí unido al cosmos ahí solo, entre la vegetación, tratando de hacer reir al señor fuego.
Salomón, como siempre, pudo retener la atención de los distinguidos asistentes, que se lo pasaron muy bien.
Me estoy descojonando...
Carlos Pache es el cómico con más mala suerte que he visto. En Getafe, nada más empezar, se desmaya un tío que estaba entre el público. Y en la "fiesta privada", le montan un incendio en sus narices. Con todo esto, yo me pregunto: ¿Estaría actuando Carlos en Indonesia en diciembre de 2004?
"¿Qué tal te fue la actuación, Carlos? ¡Pues iba bien, tío! Pero vino una puta ola y se llevó al público..."
¡La próxima vez que coincidamos, lo mismo me hago un seguro antes de actuar!
¡Un abrazo!
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